Ser ministro extraordinario de la comunión es un servicio prestado por los laicos y laicas de nuestra comunidad en la celebración de todas las misas de la parroquia. Este servicio tiene una duración de un año y para poder continuar, las personas deben participar en una capacitación que los vuelve a habilitar por un año más.
“Este año 2018, la modalidad fue hacer tres capacitaciones por grupos de los ministros de cada misa del día domingo, de forma de generar lazos de comunidad entre estos ministros”, explica Samuel Mujica, diácono de nuestra parroquia. Las dos primeras capacitaciones profundizó en la teología del servicio y en la última sesión se aclararon dudas sobre la forma de prestar el servicio.
La capacitación para los ministros nuevos contó con un total de 20 personas quienes este domingo 11 de noviembre van a ser presentadas a la comunidad en la misa de 12:30 hrs.
“Estar cerca de Dios”
Hija de padre y madre católicos, de misa diaria, la señora María Rosa Mukarker aprendió de ellos a rezar y estar cerca de Dios. Con esta cercanía comenzó a asistir a misa y ayudar en la eucaristía de 09:00 horas en nuestra Parroquia, en una oportunidad le preguntaron si quería ser ministro de la comunión, a lo cual respondió que para ella “sería un privilegio”. “Yo creía que el sacerdote era el que siempre tenía que dar la comunión pero hoy día se necesita tener más gente”, dice María Rosa.
Motivada por ayudar asistió a las reuniones de preparación para los nuevos ministros de comunión y hoy se siente muy contenta de esta nueva experiencia que se abre en su vida de fe. “Siempre me ha gustado ayudar, cooperar en la iglesia lo que más puedo, estoy muy contenta y le recomendaría a las personas que sientan esta inquietud a servir, hay que estar con Dios”.
“Un regalo de Dios”
Adriana Miranda es servidora del altar desde hace unos diez años. Todo comenzó cuando participando de la misa, empezó a llamarle la atención lo que hacían otras personas, especialmente la proclamación de la Palabra. “Sentí que yo también lo podía hacer, me acerqué a quienes estaban a cargo y les planteé que quería hacerlo. Para mí es un regalo de Dios, el regalo más grande es recibir y dar la comunión a otras personas”, comenta.
Luego de prepararse y asistir a los cursos “no me he separado más”. Volver a capacitarse significa para ella “renovar el compromiso en el que nos hemos involucrado, es partir de nuevo pero con más crecimiento, es la posibilidad de intercambiar ideas, temas con los demás servidores, con el Padre Nicolás y los diáconos. Siento que estoy al Servicio de Dios”.