Conozcamos la Exhortación Apostólica Christus Vivit, Cristo vive



Martes 02 de Abril, 2019



En ella el Papa Francisco se dirige a toda la Iglesia, pero en especial a los jóvenes del mundo

Este martes 2 de abril  se presentó en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la Exhortación Apostólica postsinodal del Santo Padre dedicada a los jóvenes “Christus vivit”, fruto de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos con el tema “Lo jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional.

 

"Cristo vive. Él es nuestra esperanza y la juventud más hermosa de este mundo. Todo lo que toca se hace joven, se hace nuevo, se llena de vida. Por lo tanto, las primeras palabras que quiero dirigir a cada joven cristiano son: ¡Él vive y te quiere vivo!".

Así comienza la Exhortación Apostólica Postsinodal "Christus vivit" del Papa Francisco, firmada el lunes 25 de marzo en la Santa Casa de Loreto y dirigida "a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios". En el documento,  compuesto por nueve capítulos divididos en 299 párrafos, el Santo Padre explica que se dejó "inspirar por la riqueza de las reflexiones y diálogos del Sínodo" de los jóvenes, celebrado en el Vaticano en octubre de 2018.

 

Estructura: nueve capítulos
El Papa hace un breve recuento del camino seguido para llegar a este documento: “Me he dejado inspirar por la riqueza de las reflexiones y diálogos del Sínodo del año pasado. Y añade: “De ese modo, mi palabra estará cargada de miles de voces de creyentes de todo el mundo que hicieron llegar sus opiniones al Sínodo. Aun los jóvenes no creyentes, que quisieron participar con sus reflexiones, han propuesto cuestiones que me plantearon nuevas preguntas”.

Capítulo 1
La Exhortación Apostólica Cristo Vive está compuesta de nueve capítulos. En el primero retoma las Sagradas Escrituras y responde a la pregunta ¿Qué dice la palabra de Dios sobre los jóvenes? Su respuesta recorre el Antiguo Testamento y recuerda figuras como Gedeón, Samuel, el Rey David, Jeremías, Rut. Sin embargo, cita el Nuevo Testamento para plantear: “El que es mayor entre vosotros, se hace como el más joven” (Lc 22,26). Para él, la edad no establecía privilegios, y que alguien fuera más joven no significaba que valiera menos”.

Capítulo 2
El capítulo segundo está dedicado a ver la figura de “Jesucristo siempre joven”. Inspirado en el pasaje de la visita de Jesús y sus padres al templo de Jerusalén, Francisco recuerda que Jesús no es un solitario. Por ello, “gracias a la confianza de sus padres... se mueve libremente y aprende a caminar con todos los demás”. De este hecho el Papa infiere que:

«Jesús tenía una confianza incondicional en el Padre, cuidó la amistad con sus discípulos, e incluso en los momentos críticos permaneció fiel a ellos. Manifestó una profunda compasión por los más débiles, especialmente los pobres, los enfermos, los pecadores y los excluidos. Tuvo la valentía de enfrentarse a las autoridades religiosas y políticas de su tiempo; vivió la experiencia de sentirse incomprendido y descartado; sintió miedo del sufrimiento y conoció la fragilidad de la pasión”.

El Papa llama la atención en este capítulo a la Iglesia, por el peligro de perder el entusiasmo y compromiso: “Nos hace falta crear más espacios donde resuene la voz de los jóvenes”. Ellos ayudarán a mantenerla joven. “A través de la santidad de los jóvenes la Iglesia puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico”. Finalmente, recuerda el Papa a figuras como María, san Sebastián, San Francisco y otros muchos, jóvenes que apostaron y creyeron en el proyecto de Jesús.

Capítulo 3
El capítulo tres, el Papa lo titula: “Ustedes son el ahora de Dios” y comienza valorando el aporte de los jóvenes a sus iglesias locales: “cuando la Iglesia abandona esquemas rígidos y se abre a la escucha disponible y atenta de los jóvenes, esta empatía la enriquece, porque permite que los jóvenes den su aportación a la comunidad, ayudándola a abrirse a nuevas sensibilidades y a plantearse preguntas inéditas”.

El Papa invita a tomar conciencia que no se puede hablar de una sola juventud. Esta es una realidad variada, multicultural y no se expresa de la misma manera donde los jóvenes son mayoría que donde los jóvenes son minoría. Tampoco es igual donde los jóvenes están más cerca de las oportunidades que ofrece la globalización, que aquellos que viven en los márgenes y amarguras de las sociedades. Aquellos que tienen familias y viven con ellas y de aquellos que, por migraciones y guerras, se encuentran solos.

En este capítulo, el Papa expresa sobre el tema de los abusos: “quiero expresar con cariño y reconocimiento mi gratitud hacia quienes han tenido la valentía de denunciar el mal sufrido: ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de lo sucedido y de la necesidad de reaccionar con decisión”.

El Papa les anima, recordando que “Cuando se entusiasman por una vida comunitaria, son capaces de grandes sacrificios por los demás y por la comunidad. En cambio, el aislamiento los debilita y los expone a los peores males de nuestro tiempo”.

Capítulo 4
En el capítulo cuarto, el Papa expone “tres grandes verdades que todos necesitamos escuchar siempre, una y otra vez”: La primera es: “Dios te ama. Nunca lo dudes, más allá de lo que te suceda en la vida. En cualquier circunstancia, eres infinitamente amado”. La segunda verdad es que “Cristo, por amor, se entregó hasta el final para salvarte”. Nunca olvides que «Él perdona setenta veces siete”. La tercera verdad consiste en que “Mataron al santo, al justo, al inocente, pero Él venció. El mal no tiene la última palabra. En tu vida el mal tampoco tendrá la última palabra, porque tu Amigo que te ama quiere triunfar en ti. Tu salvador vive”. “El Espíritu Santo te hace entrar cada vez más en el corazón de Cristo para que te llenes siempre más de su amor, de su luz y de su fuerza”.

Capítulo 5
Caminos de Juventud se titula el capítulo quinto. En él responde a la pregunta: ¿Cómo se vive la juventud cuando nos dejamos iluminar y transformar por el gran anuncio del Evangelio? Para el Papa la juventud es un tiempo bendito para el joven y una bendición para la Iglesia y el mundo. Es una alegría, un canto de esperanza y una bienaventuranza. Apreciar la juventud implica ver este tiempo de la vida como un momento valioso y no como una etapa de paso donde la gente joven se siente empujada hacia la edad adulta. Por esta razón les invita: “Remen mar adentro, salgan de ustedes mismos”.

Jesús puede unir a todos los jóvenes de la Iglesia en un único sueño, «un sueño grande y un sueño capaz de cobijar a todos. Ese es el sueño por el que Jesús dio la vida en la cruz y que el Espíritu Santo desparramó y marcó con fuego el día de Pentecostés en el corazón de cada hombre y cada mujer” para que seamos hermanos, comprometidos contra la violencia y defensores de la vida.

Capítulo 6
Jóvenes con raíces, titula el Papa el capítulo sexto. Para él esta es una cuestión fundamental. Tener raíces es estar conectado a una historia, a una familia, a una cultura, a unos amigos, a unos viejos a los que hay que escuchar, aunque no siempre seguir. No se trata de caer en la adoración de la juventud, pues corremos el peligro de llevar una vida superficial, afirma el Papa y prosigue:

“Queridos jóvenes, no acepten que usen su juventud para fomentar una vida superficial, que confunde la belleza con la apariencia. Mejor sepan descubrir que hay hermosura en el trabajador que vuelve a su casa sucio y desarreglado, pero con la alegría de haber ganado el pan de sus hijos. Hay una belleza extraordinaria en la comunión de la familia junto a la mesa y en el pan compartido con generosidad, aunque la mesa sea muy pobre. Hay hermosura en la esposa despeinada y casi anciana, que permanece cuidando a su esposo enfermo más allá de sus fuerzas y de su propia salud”.

Capítulo 7
El séptimo capítulo está dedicado a la pastoral de los jóvenes. El Papa afirma: “se está creciendo en dos aspectos: la conciencia de que es toda la comunidad la que los evangeliza y la urgencia de que ellos tengan un protagonismo mayor en las propuestas pastorales”.

El Papa anima a encontrar nuevos caminos, creativos y audaces, donde la Iglesia institucional, sea más flexible y sinodal, y “les ofrezcan, a los jóvenes, un lugar donde no sólo reciban una formación, sino que también les permitan compartir la vida, celebrar, cantar, escuchar testimonios reales y experimentar el encuentro comunitario con el Dios vivo”.

Capítulo 8
El octavo capítulo está dedicado a la vocación. Para el Papa: “Lo fundamental es discernir y descubrir que lo que quiere Jesús de cada joven es ante todo su amistad”. En esa amistad, afirma, “Somos llamados por el Señor a participar en su obra creadora, prestando nuestro aporte al bien común a partir de las capacidades que recibimos”.

La vocación, por tanto, “es un camino que orientará muchos esfuerzos y muchas acciones en una dirección de servicio. Por eso, en el discernimiento de una vocación es importante ver si uno reconoce en sí mismo las capacidades necesarias para ese servicio específico a la sociedad”.

Capítulo 9
El capítulo noveno está dedicado al tema del discernimiento. El Papa parte del hecho que “sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento”. Por eso, considera: “Formar la conciencia es camino de toda una vida, en el que se aprende a nutrir los sentimientos propios de Jesucristo, asumiendo los criterios de sus decisiones y las intenciones de su manera de obrar” (cf. Flp 2,5).

El Papa recuerda que “El regalo de la vocación será sin duda un regalo exigente” Por eso, “Cuando el Señor suscita una vocación no sólo piensa en lo que eres sino en todo lo que junto a Él y a los demás podrás llegar a ser”. En este camino, el Papa presenta una metodología para el discernimiento de la vocación: atención a la persona. Esta acción es ayuda para el discernimiento personal y, sensibilidad a escuchar los impulsos que el otro experimenta y ayudar a que el otro escuche estos impulsos. Así, el discernimiento es un instrumento para seguir al Señor.

El Papa termina con un deseo: “Queridos jóvenes, seré feliz viéndolos correr más rápido que los lentos y temerosos. Corran, «atraídos por ese Rostro tan amado, que adoramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne del hermano sufriente. El Espíritu Santo los empuje en esta carrera hacia adelante. La Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta! Y cuando lleguen donde nosotros todavía no hemos llegado, tengan paciencia para esperarnos».

Fuente: Vatican News
 

 

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