En su reflexión, los obispos y administradores animan a los católicos y a todos los ciudadanos a actuar con responsabilidad, siguiendo estrictamente las indicaciones de la autoridad sanitaria en cada lugar y momento, cuidándonos unos a otros, y muy especialmente a los más vulnerables.
Plantean que en este tiempo, el Señor nos urge a ser cercanos y atentos a los más pobres y desprotegidos ante la pandemia: "personas sin techo o sin hogar, adultos mayores, inmigrantes, grupos familiares que viven en hacinamiento, sin agua y sin condiciones de salubridad ni conectividad. Junto al dolor de quienes han perdido a familiares o los ven sufrir, nos conmueven también los episodios de violencia al interior de la familia, el miedo y los problemas de salud mental a causa de esta crisis".
Ante el complejo escenario laboral y social
También se refieren los pastores a la incertidumbre sobre el año escolar, la quiebra de emprendimientos o el fracaso de proyectos. Y con especial preocupación ven que muchas personas y familias perderán sus fuentes laborales y que ello implica angustia y falta de recursos para la subsistencia familiar. "Este drama nos interpela a promover una solidaridad activa y a trabajar en un pacto social para aminorar el impacto de la cesantía y sus consecuencias. Este empeño requiere el esfuerzo de todos, sin excepción".
Afirman que se sumarán esfuerzos desde la Iglesia para ofrecer una red de acompañamiento, escucha y solidaridad. "Queremos que nadie se sienta solo en este tiempo, que a nadie le falte una voz esperanzadora", sostienen.
No nos salvamos solos
Además de poner a disposición de la autoridad recintos e instalaciones que se necesiten, anuncian que toda la pastoral social e instituciones de la Iglesia, a nivel nacional y en cada diócesis, están trabajando en proyectos que nos permitan una efectiva asistencia a los mas afectados por esta situación.
Junto con apreciar las políticas públicas que van en ayuda de los más necesitados, invitan a "vivir una solidaridad que nos comprometa y que exprese fuertemente nuestro deber de fraternidad, que brota del Evangelio".
Con "infinito agradecimiento", reconocen el generoso compromiso de autoridades políticas, del personal sanitario, auxiliares, agentes de seguridad y de las Fuerzas Armadas y de Orden, empresarios, trabajadores y voluntarios de distintos ámbitos que, con su esfuerzo, han permitido la atención de los enfermos y la ayuda a toda la población.
Nuestra liturgia y oración en este tiempo
El mensaje también se refiere a la drástica reducción de actividades pastorales y celebraciones litúrgicas, con el fin de prevenir posibles contagios de Covid-19 en aglomeraciones. "Somos conscientes de que muchas personas desearían volver a participar presencialmente en la vida sacramental, pero en las actuales circunstancias ello no resulta siempre posible. Es una medida excepcional y temporal, que esperamos revertir progresivamente cuando las condiciones lo permitan".
La Iglesia seguirá utilizando de manera creativa la televisión, radio y plataformas digitales para que la Palabra de Dios y las celebraciones litúrgicas lleguen a los hogares. Los obispos y administradores agradecen el esfuerzo que han realizado los sacerdotes, diáconos y personal consagrado en este sentido.
Antes que sanitario o económico, el trasfondo es el drama humano
Recuerda el mensaje que la dignidad de la persona humana debe ser el centro de toda política pública, y el país espera de todos los actores y autoridades una actitud dialogante, no confrontacional.
"No es solo una estrategia; es un imperativo ético mirar más al bien común que a las causas o proyectos particulares. No basta el aplanamiento de una curva o el cumplimiento de una meta económica para superar esta crisis. El trasfondo, antes que sanitario o económico, es el drama humano ante nuestros ojos".
Asuntos pendientes que no podemos olvidar
Agregan los pastores: "En Chile y en la Iglesia hay todavía muchos asuntos pendientes que no pueden ser olvidados. Las mesas de diálogo social que hoy se han abierto por la pandemia son un camino para retomar la búsqueda de un Chile más justo, solidario y dialogante".
Además, estiman que ahora es tiempo de valorar la vida de los otros, de vivir austeramente, de revisar el modo en que nos relacionamos como pueblo y con la Creación. "Cuidarnos significa, ante todo, reconocernos como hermanos y tratarnos con respeto".
Chile solo estará sano en solidaridad y justicia
Recordando el sentido de la resurrección de Cristo y su triunfo sobre la muerte, los obispos expresan: "Podremos recuperarnos del Covid-19, pero Chile solo estará sano cuando podamos, superando el odio, la indiferencia y violencia, reconstruir las relaciones fraternales en solidaridad y justicia, a las que Jesucristo nos invita".
Finalmente, confiados en la intercesión de la Virgen del Carmen, “salud de los enfermos” y “consuelo de los afligidos”, enfatizan que "nuestra esperanza se nutre de la certeza del Dios-con-nosotros que siempre vence el mal".
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Fuente: Comunicaciones CECh
CECh, 24-04-2020