El Depósito de nuestra fe nos enseña un dogma muy importante: que el cuerpo y alma de Nuestra madre, la Virgen María, fueron llevados por Dios al Cielo después de terminar sus días en este mundo terrenal.
¿Por qué celebrar la Asunción? Pues además de ser una gracia especial de Nuestra querida Madre: su feliz partida (¿Quién no celebra las alegrías de su madre?); la Asunción de la Virgen es una anticipación de que nuestra propia resurrección -meras creaturas de Dios igual que María- sí es posible: es el testimonio vivo de que la promesa de la resurrección del cuerpo y el alma de todo el pueblo fiel, es real.