La noticia de que en la Región Metropolitana volvió a Paso 2 de la semana pasada, golpió fuertemente a todos los católicos. Los aforos de las misas semanales disminuyen y los fines de semana por cuarentena, no se pueden celebrar.
Todo este tiempo de pandemia, sin duda alguna ha sido una prueba grande para todos. Hemos pasado por altos y bajos; las cifras nos alarman y las medidas sanitarias cambian día a día. Es por eso que quisimos entrevistar a Monseñor Cristián Roncagliolo que tantas veces por distintas circunstancias ha afirmado esta frase: "El buen cristiano es también un buen ciudadano"; para que nos anime en esta contingencia ad portas del nacimiento de Jesús y de un nuevo año.
Leamos sus palabras:
Para los feligreses ha sido difícil durante este tiempo de pandemia no poder congregarse en comunidad en las misas ¿Por qué resulta tan importante que los cristianos demos el ejemplo y seamos buenos ciudadanos al cumplir las normas?
Lo primero y fundamental es que en los fieles hay un dolor inmenso porque no se puede acudir normalmente a la vida de la Iglesia, a los sacramentos y es absolutamente legítimo, porque se merma la vida cristiana el no poder congregarnos, ni recibir los sacramentos de manera regular. Sin embargo, eso que tiene que ver con la vida espiritual, va muy unido a la vida humana en su integralidad y para los cristianos es fundamental hacernos cargo del cuidado del bien común, como lo dice tan bien nuestro Santo Padre en "Fratelli Tutti". Y esto significa que también somos corresponsables del bien de la sociedad, del bien de la comunidad. Evidentemente aquí confrontan dos bienes y valores. Hemos procurado acercar lo más posible el sacramento a las comunidades dentro de las complejidades que la realidad de la pandemia nos provoca, pero al mismo tiempo somos conscientes que el cuidado del bien común es tarea de todos; y un cristiano es ciudadano del mundo también y da testimonio con su compromiso del respeto a la vida en todas sus formas, etapas y expresiones. Es una tensión difícil de regular, pero que nos exige a nosotros hoy una máxima responsabilidad.
Para esta Navidad existirán restricciones, no podremos congregarnos masivamente y tendremos que celebrar en familia o en pequeños grupos ¿Cómo animar a a vivir este 24 y 25 de diciembre en forma cristiana? ¿Cómo motivar a las personas a vivir una misa online con alegría? ¿Qué se puede hacer para no desanimarse en esta Navidad diferente?
Lo primero es vitalizar la oración en familia. Ojalá que juntos en familia podamos rezar, estar en torno al pesebre. Los invito a cantar villancicos, a hacer una oración en familia, congregarse; y lo segundo y en la medida de lo posible, participar de las celebraciones vía online. Juntarse en la casa, tener ese espacio de compartir antes de la comida y apertura de los regalos, para recordar que el que está de cumpleaños es el niño Dios y buscar a través de signos, como por ejemplo el llamado por teléfono a los enfermos, la compañía a los más pobres u otros, poder decir que mi amor al señor se grafica en el amor a los demás, como un signo vivo y operante y eso es fuente de alegría. El que nos acerquemos a Cristo es abrazar la causa de nuestra alegría. Por eso esta Navidad va ser diferente, pero no por ello menos vivida, menos sentida, ni menos comprometida con el Salvador.
Pensando en que este año 2020 ha sido difícil, que hemos tenido todos sentimientos encontrados y pasado por los más diversos estados de ánimo ¿Cómo animar a un año 2021 con esperanza? ¿A fortalecer la vida de fe aunque no nos podamos reunir masivamente en comunidad en forma presencial? ¿Cuáles serían sus consejos para empezar el año 2021 con alegría?
Lo primero, creo que el año 2020 aprendimos a confiar en la Divina Providencia, por lo que yo los invito a renovarnos en la confianza en el Señor y ver que la vida la tiene el Señor. Me gustaría que pudieramos reconocer que muy pocas cosas son necesarias: la prudencia y la pobreza son dos elementos que son patrimonios y fortalezas del cristiano. Frente a una vida tan programada y calculada, la pandemia nos ha enseñado que la vida es frágil y que muy pocas cosas son verdaderamente necesarias. Lo segundo, creo que la invitación de este año es nuevamente a fortalecer la fe. En medio del drama de la pandemia, aparece la fuerza de Cristo Resucitado. Él, que murió y resucitó por nosotros, esa es la causa de nuestra alegría y por eso renovar la fe y la confianza que nuestra vida debemos mirarla con los ojos del Señor. A veces somos muy mundanos, creo que tenemos un desafío ahí muy grande. Y lo tercero, me atrevería a decir, renovarnos en la alegría, contagiar la alegría. Hay tanto dolor y en él tenemos que anunciar la Buena Noticia del Evangelio de Jesucristo, que es la causa de la alegría, de la esperanza de los hombres. Los animo a descubrir que en medio del dolor, Cristo Resucitado se aparece entre nosotros y como le ocurrió a Tomás en sus llagas y en su costado, nos dicen que está presente, que está actuante y que nos quiere mostrar un porvenir y una esperanza.
Monseñor Cristián Roncagliolo
Fuente imagen: Provincia Mercedera de Chile.