Como parroquia comprendemos que como católicos, tenemos un claro llamado a participar en la construcción de un Chile más justo y donde reine la paz. Por esta razón, iremos compartiendo semanalmente una columna para ayudarlos a reflexionar sobre su participación en el próximo Plebiscito 2020.
El Derecho a los derechos
La Constitución es el invento del Derecho que ha permitido a las comunidades sociales y sus integrantes, ordenar las bases políticas comunes que permitan una convivencia pacífica. Su objetivo es asegurar “el derecho” a que se respeten y garanticen los derechos y las libertades individuales. Esto se logra mediante la determinación de principios, que informan tanto el ser como el obrar del Estado y su relación con las personas y las instituciones sociales más importantes.
En ese sentido, la Constitución es más que un catálogo de derechos, un listado de órganos públicos estatales o de sus potestades públicas. Es además, una brújula de cómo aplicar e interpretar al resto del ordenamiento jurídico.
Esta brújula, se sirve de ciertos principios que actúan como límite a la intromisión en los derechos y libertades de las personas. Principios fundamentales como la primacía de la persona humana, la centralidad de la familia, la servicialidad del Estado, la limitación al poder mediante contrapesos institucionales, el Estado de Derecho, el poder institucional despersonalizado, ayudan que no caigamos en el gobierno de la arbitrariedad. Para lo cual, a su vez, dichos principios se sirven de valores cardinales o meta-principios como la justicia, la dignidad y la libertad, que vienen a conformar una verdadera brújula dorada para los ciudadanos.
El conjunto de principios, normas e instituciones presentes en una Constitución sirven fundamentalmente a dos fines. Primero, permiten que la administración estatal respete las libertades personales, reconociéndolas como inviolables. Junto con esto, se alzan como aquellos mínimos comunes que todos los habitantes de este territorio interpretamos como propios y que nos han permitido seguir adelante como sociedad incluso frente a los momentos más difíciles de nuestra historia.
El cómo comprendemos los bienes sociales, la relación entre lo público y lo privado, qué es lo mejor para cada uno en proporción con lo mejor para la comunidad; y en definitiva, la concepción colectiva de visión de sociedad, inciden directamente en la persona humana y su libertad de desarrollarse de la mejor manera posible en comunión con los otros. Es por eso, que hoy más que nunca, hay que no perder esa brújula dorada de los principios básicos, que es y debe ser común y es la clave para una sana convivencia democrática.
Constanza Araos M.
Dirección Legal y cumplimiento
Arzobispado de Santiago