La celebración del Año jubilar no sólo constituye una ocasión singular para aprovechar el gran don de las indulgencias, que el Señor nos hace mediante la Iglesia, sino que también es una feliz oportunidad para volver a presentar a la consideración de los fieles la catequesis sobre las indulgencias.
El «Código de derecho canónico» (c. 992) y el «Catecismo de la Iglesia católica» (n. 1471), definen así la indulgencia: «La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos».
¿Cómo recibir la indulgencia en este año jubilar?
Como discípulos misioneros estamos invitados a:
Realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa como signo del deseo profundo de auténtica conversión y recibir la indulgencia.
Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la Eucaristía con una reflexión sobre la misericordia.
El Papa precisa que será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe (Oración del Credo) y con la oración por él y por sus intenciones.
La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple plenamente si se reza un Padre Nuestro y un Ave María; sin embargo, cada fiel tiene la facultad de rezar otra oración como quiera según su devoción y piedad.
También nos señala que cada vez que se realice personalmente una o más de las obras de misericordia corporales y espirituales se obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar.
Obras que, en nombre del amor de Dios, en nombre de la caridad podemos realizar en beneficio de nuestros hermanos que experimentan necesidades de todo tipo.