El mundo entero conmemora en esta fecha el trabajo y nosotros, como cristianos, tenemos un testimonio innegable de un santo que dio su vida entera en sus labores como humilde carpintero, entregándose siempre a Dios: san José.
Lo veneramos en dos fechas: el 1 de mayo, por su labor obrera y el 19 de marzo, por ser esposo de la Virgen María.
Esposo de María y padre adoptivo de Jesús, es el prototipo del trabajador que, con su faena, coopera a la Creación de Dios y la Renovación de todas las cosas en Cristo. Así promovió san Juan Pablo II en la encíclica "Laborem exercens", esta celebración, desde la fraterna relación entre el patrón y el trabajador, con el derecho a una tarea, desde unas condiciones justas y dignas, con un trato netamente humano y un salario digno. (1)
Compartimos con ustedes una oración del papa san Pablo VI de San José y por el trabajo:
"Oh, San José,
patrón de la Iglesia,
tú que junto con el Verbo encarnado
trabajaste cada día para ganarte el pan,
encontrando en Él la fuerza de vivir y trabajar;
tú que has sentido la inquietud del mañana,
la amargura de la pobreza, la precariedad del trabajo;
tú que muestras hoy el ejemplo de tu figura,
humilde delante de los hombres,
pero grandísima delante de Dios,
protege a los trabajadores en su dura existencia diaria,
defiéndelos del desaliento,
de la revuelta negadora,
como de la tentación del hedonismo;
y custodia la paz del mundo,
esa paz que es la única que puede garantizar el desarrollo de los pueblos.
Amén" (2)
(1) Cope.es
(2) Desdelafe.mx