En el Evangelio, Jesús nos entrega la parábola del fariseo y del publicano para contraponer dos modelos de vida cristiana: la del fariseo que, con arrogancia, piensa obtener la salvación con su propio esfuerzo, y la del publicano que reconoce su condición de pecador y pide la conversión.
Todo lo que decía era cierto, su cumplimiento era intachable. Pero así, tan satisfecho y seguro de sí mismo, contemplando con desprecio a los demás, no tenía lugar para percibir el amor de Dios en su vida. En cambio, el publicano pecador sabía que lo único que podía hacer era entregar su vida en manos de Dios, porque el que no tiene nada, puede reconocer que el Dios de Jesús es su última esperanza.
Lecturas:
Primera Lectura: Lectura del libro del Eclesiástico 35, 12-14. 16-18.
Salmo Responsorial 33, 2-3. 17-19. 23.
Segunda Lectura: Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8.16-18.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 9-14
Hagamos lectura orante con el siguiente video: