En septiembre, Javier González Fulle cumplirá 3 años desde que fue ordenado diácono permanente. Actualmente está a cargo de la pastoral familiar de nuestra parroquia, un ámbito de la vida que le apasiona y donde ha podido entregar, tiempo y cercanía para acompañar a otros. “Queremos compartir con los novios y con los matrimonios que están empezando el regalo que significa vivir la entrega mutua entre dos personas que se aman y la alegría y el desafío de ser padres”.
Desde que experimentó por primera vez un encuentro personal con el Señor, en misiones de verano, se ha mantenido muy vinculado a la vida de iglesia, “constatando que cada vez que estoy cerca del Señor es cuando estoy más pleno”, dice.
La cercanía con el Señor le ha permitido ir tomando decisiones y asumir proyectos en su vida, especialmente en su familia, su trabajo como ingeniero civil y en el servicio que ha prestado y presta hoy a la iglesia.
Junto a su esposa, Rosa María, participan del Movimiento de Schoenstatt, donde tienen una comunidad de matrimonios desde hace más de 25 años. “Siempre nos mantuvimos ligados al mundo parroquial participando como guardias papales, monitores de novios, formación de misioneros para la Misión General de 1992, ministro de la comunión”.
Al diaconado se acercó a través de amigos que ya vivían este ministerio, “empecé a pensar en la posibilidad, me di cuenta que mis hijos ya estaban más grandes y no necesitaban tanta atención, lo conversé con mi señora y decidimos ir a hablar con nuestro amigo diácono y le pregunté “¿cómo puedo saber si realmente tengo vocación?”. La respuesta fue iniciar el proceso, el cual justamente es un proceso de doble discernimiento en el cual uno (con su señora) va conociendo más del Ministerio y discierne si se siente llamado y la Iglesia también discierne sobre uno. Si ambos discernimientos llegan a la misma conclusión, hay confianza de que sí es la voluntad de Dios”, expresa Javier.
¿Qué ha significado para usted el diaconado?
Me ha permitido desarrollar la faceta del encuentro personal. Por mis características personales y profesión tiendo a priorizar la obtención de resultados. Como diácono, tengo que priorizar el encuentro con la persona, y tanto la confianza que despierta en muchos el ministerio como algunas de mis tareas específicas (como las informaciones matrimoniales) son una buena oportunidad en esa línea y espero que me ayuden a cambiar en todo aspecto. No puedo dejar de mencionar el enorme significado de poder ser instrumento del Señor impartiendo sacramentos como el Bautismo y el Matrimonio, acompañando en un Responso o bendiciendo. ¿Quién soy yo Señor para ser tu instrumento? ¿Qué he hecho para merecer tanto amor?
Recemos mucho por Javier y por todos diáconos que con su servicio hacen presente al Señor en las comunidades.