Iniciamos el tiempo litúrgico de Adviento, esperamos al Señor según su promesa de volver.
El profeta Isaías nos acompaña en parte de este trayecto, ayudándonos a mantener la espera, dolorosa por la lejanía de Dios que se ha retirado de nosotros a causa de nuestros pecados.
En tanto, San Pablo nos abre a la alegría en Cristo a pesar de nuestros pecados; en Jesús, el Hijo del Padre, tenemos recuperada nuevamente la confianza en Dios, no porque hayamos hecho obras meritorias, sino porque en Jesús, Dios se ha mostrado fiel, porque “los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor”.
En el Evangelio de San Marcos, la espera del anunciado por los profetas se hace más patente, “estén prevenidos”, “no saben cuándo llegará”. Sin embargo, esta actitud nos invita a abrir el corazón para recibir “al que viene”. Él nos mostrará cómo es Dios en su intimidad, nos mostrará cómo ama Dios, cómo es fiel a su promesa por siempre.
PRIMERA LECTURA
¡Si rasgaras el cielo y descendieras!
Lectura del libro de Isaías 63, 16b-17. 19b; 64, 2-7
SALMO RESPONSORIAL 79, 2ac. 3b. 15-16. 18-19
R/. Restáuranos, Señor del universo.
SEGUNDA LECTURA
Esperamos la revelación de nuestro Señor Jesucristo.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 1, 3-9
EVANGELIO
Estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 13, 33-37