Este año, como Iglesia, estamos viviendo un tiempo de gracia: el Año Jubilar nos invita a volver el corazón a Dios, a caminar como peregrinos que se dejan renovar por la misericordia y la esperanza que brotan de Cristo.
Somos peregrinos de la esperanza. Al recorrer el camino del Vía Crucis, acompañamos a Jesús en su pasión y cruz, pero también nos abrimos a la certeza de la Resurrección. Este camino no es solo recuerdo: es actualización viva del amor de un Dios que se entrega por nosotros.
Cada estación, cada canto y cada oración nos ayudan a mirar la cruz no como final, sino como paso. Paso a la vida, al perdón, a la comunión, a la entrega.
Que este cancionero nos ayude a orar, a conmovernos, y a renovar el deseo de caminar junto a Jesús, con corazón abierto, con fe sencilla y con esperanza firme.
Señor, ¿quién entrará en tu santuario para alabar?
El de manos limpias, de corazón puro,
que no es vanidoso y que sabe amar. (bis)
Señor, yo quiero entrar en tu santuario para alabar.
Dame manos limpias y corazón puro,
no ser vanidoso, enséñame a amar. (bis)
Señor, ya puedo entrar en tu santuario para alabar.
Tu sangre me lava, tu fuego me quema,
tu Espíritu Santo inunda mi ser. (bis)
Rendido a tus pies, oh Jesús mío
Te pido humildemente amarte, servirte y serte fiel
Mira que soy pobre, oh, buen Jesús
Soy débil y necesito apoyarme en ti para no caer.
A las puertas de tu corazón
Vengo, llamo y espero, oh, Señor
Y del mío te hago decidida entrega
Tómalo y dame a cambio
Lo que me lleve a la eternidad, oh Señor.
Señor, quiero hacer tu voluntad
Y tú me dices "¡ánimo!", no temas que yo soy
Oh, Sagrado Corazón, sé todo para mí
No busque yo consuelo más que en ti.
A las puertas de tu corazón...
Hasta tus plantas, Señor,
llegamos buscando asilo en tu corazón.
Tus gracias todas hoy imploramos:
que ellas protejan nuestra nación.
Doquiera al Rey de reyes, levántese un altar,
a Dios queremos en nuestras leyes,
en las escuelas y en el hogar. (bis)
Fijó en la altura su pensamiento,
a Dios alzando su corazón,
con los colores del firmamento
formó la patria su pabellón.
A Dios queremos en los hogares,
crezcan los hijos en fe y pudor
y los esposos, en los altares,
prometan fieles perpetuo amor.
A Dios queremos, Virgen María,
benigna acoge nuestro clamor,
bajo tu amparo, oh Madre mía,
guárdanos siempre tu tierno amor.
Oh Cristo, Tú reinarás;
Señor, Tú nos salvarás.
Oh Cristo, Tú reinarás;
Oh Cruz, Tú nos salvarás.
Irradia sobre el mundo
quien busca la caridad,
Camino, verdad y vida,
Señor, Tú nos guiarás.
Perdona nuestros pecados,
envidias y mezquindad,
y danos en tu alegría
el gozo de la unidad.
Reúde a nuestros hermanos,
hijos de un Padre común;
tu Espíritu nos conduzca
a la unidad en Jesús.
Al pobre y al oprimido,
haznos servir con amor.
Sufrir con su sufrimiento
y comprender su dolor.
Vienen con alegría, Señor, cantando
vienen con alegría, Señor,
los que caminan por la vida, Señor,
sembrando tu paz y amor.
Vienen trayendo la esperanza
a un mundo cargado de ansiedad,
un mundo que busca y que no alcanza
caminos de amor y de amistad.
Vienen trayendo entre sus manos
esfuerzos de hermanos por la paz,
deseos de un mundo más humano
que nacen del bien y la verdad.
Yo soy el pan de vida,
el que viene a mí no tendrá hambre,
el que cree en mí no tendrá sed;
nadie viene a mí,
si mi Padre no le atrae.
Y yo le resucitaré,
y yo le resucitaré,
y yo le resucitaré en el día final. (bis)
El pan que yo daré
es mi cuerpo, vida para el mundo;
el que siempre coma de mi carne,
vivirá en mí,
como yo vivo en mi Padre.
Yo soy esa bebida
que se prueba y no se siente sed;
el que siempre beba de mi sangre
vivirá en mí,
y tendrá la vida eterna.
Sí, mi Señor, yo creo
que has venido al mundo a redimirnos,
que Tú eres el Hijo de Dios,
y que estás aquí,
alentando nuestras vidas.
Cantemos al amor de los amores,
cantemos al Señor,
Dios está aquí, venid adoradores
adoremos a Cristo Redentor.
Gloria a Cristo Jesús,
cielos y tierra bendecid al Señor;
honor y gloria a Ti, Rey de la gloria,
amor por siempre a Ti, Dios del amor.
Unamos nuestra voz a los cantares
del coro celestial;
Dios está aquí;
al Dios de los altares
alabemos con gozo angelical.
Gloria a Cristo Jesús...
Te suplicamos, Señor,
que manifiestes tu bondad:
Salva a todos cuanto sufren
la mentira, la maldad.
Ten piedad de los humildes
y a los caídos levanta.
Hasta el lecho del enfermo
acerca tu mano santa.
Entra en la casa del pobre
y haz que su rostro sonría.
Para el que busca trabajo,
sé Tú fuerza y compañía.
A la mujer afligida,
dale salud y reposo;
y a la madre abandonada,
un buen hijo generoso.
Encuéntrale Tú el camino
al hijo que huyó de casa,
al pecador perdido,
al vagabundo que pasa.
Que el rico te mire en cruz
y a sus hermanos regale.
Que no haya odio ni envidia
entre tus hijos iguales.
Da al comerciante justicia,
al poderoso humildad,
a los que sufren, paciencia,
y a todos tu caridad.
Venga a nosotros tu Reino,
perdona nuestros pecados,
para que un día seamos
con Cristo resucitados.
Tú, Señor, que puedes esto
y mucho más todavía,
recibe nuestra alabanza
por Jesús y con María.
Perdón, oh Dios mío.
Perdón e indulgencia.
Perdón y clemencia.
Perdón y piedad.
Pequé, ya mi alma su culpa confiesa.
Mil veces me pesa de tanta maldad.
Perdón, oh Dios mío...
Mil veces me pesa de haber mi pecado,
tu pecho rasgado, ¡oh Suma Beldad!
Perdón, oh Dios mío...
Mi rostro cubierto de llanto lo indica,
mi lengua publica tan triste verdad.
Perdón, oh Dios mío...
Por mí en el tormento, tu sangre vertiste,
y en prenda me diste, amor y humildad.
Perdón, oh Dios mío...
Y yo en recompensa, pecado a pecado,
la copa he llenado de la iniquidad.
Perdón, oh Dios mío...
Mas yo arrepentido, te busco lloroso,
oh Padre amoroso, oh Dios de Bondad.
Perdón, oh Dios mío...
Mi humilde plegaria traspase las nubes,
ardientes querubes, mis votos llevad.
Perdón, oh Dios mío...
Espera, mi Señor crucificado
Espera que despierte el corazón
Que al mirarte silencioso y traspasado
Te dirá nuevamente su canción
Cantando bajo el cielo de la noche
Al sentir, mi Señor, tu inmensidad
Cuando todo callaba junto a mí
Me cubría como un manto tu bondad.
Llorando bajo el cielo de la noche
He dejado que muriera mi cantar
Y en la noche más oscura de mi vida
Tal vez Tú te cansaste de esperar
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Venid, oh cristianos, la cruz adoremos
La cruz ensalcemos de nuestro Jesús.
¡Oh cruz adorable, yo te amo, te adoro,
de gracias tesoro, emblema de amor!
Amemos, cristianos, la cruz del Amado,
Jesús enclavado, en ella expiró.
¡Oh árbol divino!, ¡oh fuente de gloria!
Eterna memoria de mi Redentor.
Tus brazos abiertos, disipan temores
y vierten amores, piedad y perdón.
Dichosa el alma que tiene presente
a quien con ardiente afecto la amó.
Venid, almas fieles, besad con anhelo
la llave del cielo, la cruz del Señor.
Sí, me levantaré, volveré junto a mi Padre. (bis)
A ti, Señor, elevo mi alma, tú eres mi Dios y mi salvación.
Mira mi angustia, mira mi pena,
dale la gracia de tu perdón.
Mi corazón busca tu rostro,
oye mi voz Señor, ¡ten piedad!
A ti, Señor te invoco y te llamo,
tú eres mi roca ¡oye mi voz!
No pongas fin a tu ternura,
haz que me guarde siempre tu amor.
Sana mi alma y mi corazón,
porque pequé, Señor, contra ti.
Piedad de mí, ¡oh Dios de ternura!
Lava mis culpas ¡oh, Salvador!
Tú sabes bien Señor, mis pecados
ante tus ojos todos están.
Oh Santísima, Oh Purísima
Dulce Virgen María,
Madre amada Inmaculada
ruega, ruega por nosotros.
Salve estrella de los mares
Dulce Madre del Redentor
Virgen sin mancha Puerta del Cielo
ruega, ruega por nosotros.
Tú que oíste del arcángel
"Dios te salve, María"
danos la gracia
Germen de vida ruega, ruega por nosotros.
¡Oh María, Madre mía,
oh consuelo del mortal!
Amparadme y guiadme
a la patria celestial.
Con el ángel de María
las grandezas celebrad;
transportados de alegría
sus finezas publicad.
Salve, júbilo del cielo,
del Excelso dulce imán;
salve, gozo de este suelo,
triunfadora de Satán.
Quien a ti ferviente clama
halla alivio en el pesar
pues tu nombre luz derrama
gozo y bálsamo sin par.
De sus gracias tesorera
te ha nombrado el redentor
Con tal madre y medianera
nada teme el pecador.
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz, alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas las dolencias.
El ímpetu del ruego que traía,
se me ahoga en la boca pequeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
Amén.