50 años del Diaconado Permanente en Chile



Jueves 20 de Julio, 2017



En el marco de esta conmemoración, nuestro diácono, Samuel Mujica nos comparte una reflexión sobre el significado de esta vocación en la iglesia.

El diaconado aparece como un ministerio eclesiástico que se ubica en el amplio marco de la historia de la salvación, manifestada en los dos testamentos escritos e inspirados:

  1. En el Antiguo Testamento el servir es ser fiel a Dios dándole culto. «Elegid hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres más allá del río o al Señor...» (Jos 24, 15-16). La alternativa del hombre no es la de servir o no servir, sino sólo a quien servir: si no sirve a un dios, sirve a otro. Pero su condición es la de servir a un proyecto de vida.
  2. En el Nuevo Testamento, Jesucristo Nuestro Señor es el modelo del servicio por excelencia. Él viene al mundo a servir y no a ser servido. Su servicio es donación de sí, y consiste en dar la propia vida poniéndose a disposición de los demás, como aquél que sirve a la mesa de un señor, o lava los pies de sus hermanos (Mt 20, 28; Lc 22, 27; Jn 13, 13-16).
  3. La Santísima Virgen María forma parte del Pueblo de Dios. Ella es también madre, prototipo y modelo de la Iglesia en la fe y caridad. Ella se llama a sí misma en dos ocasiones «sierva del Señor» (Cfr. Lc 1, 38.48). Su servicio consiste en vivir precisamente como la esclava que hace lo que Dios le pide, aun cuando la voluntad de Dios pudiera no coincidir exactamente con la suya propia.
  4. Los cristianos nos hemos convertido en servidores del Dios vivo. Dios nos ha comprado a un precio muy alto, otorgándonos la maravillosa condición de hombres libres al servicio del Señor Jesucristo (Cfr. Hb 9, 11-14; 1 Co 7, 22-23.). Los discípulos de Cristo, a imitación de su Maestro y siguiendo el ejemplo de María madre, están llamados a vivir en actitud permanente de servicio.

La institución del ministerio de los diáconos en la Iglesia viene de los tiempos Apostólicos. Se perciben sus orígenes en el hecho de la constitución de los «siete» de parte de los Doce (Hch 6, 1-6). La narración señala que debido al aumento del número de los discípulos, los creyentes de origen helenista se quejan contra los de origen judío, porque sus viudas no están bien atendidas en la distribución diaria de los alimentos. Ante semejante situación, los Apóstoles hacen notar lo inconveniente que resulta abandonar el ministerio de anunciadores de la Palabra de Dios confiado a ellos de parte del mismo Jesucristo, para dedicarse al servicio de la caridad; por lo que estiman pertinente escoger «siete hombres de buena fama», es decir, sin doblez, donde el ser y el actuar coinciden, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a los cuales encomiendan la asistencia de los necesitados.

Los diáconos, una vez instituidos en su ministerio propio por los Apóstoles mediante la imposición de las manos, actúan como predicadores, responsables y guías de un grupo cristiano, que comienza a llevar la Buena Noticia a los no judíos, siempre bajo la supervisión de los Apóstoles (Cfr. Hch 6, 8 ss). También se muestran en desempeños pastorales relacionados con el servicio de la santificación del pueblo de Dios. En esta dimensión del quehacer pastoral encontramos a Felipe, uno de los diáconos que componen el grupo de los siete, quien aparece bautizando en Samaria (Cfr. Hch 8, 12-16).

En las Cartas Paulinas se menciona a los diáconos al menos en dos lugares significativos. El primero, es el comienzo de la Carta a los filipenses, donde San Pablo se refiere a ellos como servidores (Flp 1, 1); el segundo, es la Primera Carta a Timoteo, donde el apóstol de los gentiles describe las cualidades y virtudes con que deben estar adornados para cumplir dignamente su ministerio, señalando entre ellas las aptitudes de gobierno referidas más a su comunidad familiar que a la comunidad eclesial, en relación con la conducción de los hijos y de los propios hogares (1Tm 3, 8).

 

Concilio Vaticano II (Lumen Gentium), la restitución del Diaconado Permanente

En el grado inferior de la jerarquía eclesial están los diáconos (Tercer grado del Sacramento del Orden), a quienes se imponen las manos para realizar un servicio y no para ejercer el sacerdocio.

Con el consentimiento del Romano Pontífice, este diaconado podrá ser conferido a varones de edad madura, aunque estén casados, y también a jóvenes idóneos, para quienes debe mantenerse firme la ley del celibato, y sus funciones son:

  1. La santificación de los fieles.
  2. El diácono asiste en la liturgia principalmente al obispo; administra el bautismo; conserva y distribuye la Eucaristía; asiste y bendice matrimonios; traslada el viático a los moribundos; preside el culto y oración de los fieles; la administración de los sacramentales (la mescla del agua y el vino); la presidencia de los ritos de funerales y sepelios.
  3. La enseñanza de los fieles.
  4. La lectura de la Sagrada Escritura a los fieles; la instrucción y exhortación al pueblo de Dios.
  5. La conducción de los fieles.
  6. Los diáconos guían a los fieles en la caridad, mandamiento supremo que conduce a la Iglesia hacia la patria eterna, del cual el diácono es reflejo y maestro

Diacono Permanente casado la doble Sacramentalidad (Matrimonio y Sacramento del Orden)

Ya no son dos sino uno solo, la vocación al Diaconado no puede contradecir la anterior vocación al Matrimonio,  el Diácono no puede desatender su rol de esposo y padre y la gracia del Sacramento de algún modo alcanza a la esposa.

La oración con la esposa fortalece el ministerio diaconal y la vida matrimonial y familiar de ambos, aunque no estén siempre presentes visiblemente, las esposas participan y acompañan al Diácono en su servicio desde la oración y, en la medida de lo posible, también en su apostolado

Resumiendo:

  1. La institución del diaconado en la Iglesia viene de los tiempos de los Apóstoles, y se confiere mediante el gesto de la imposición de las manos.
  2. Lo propio de este ministerio es el servicio. Así lo indica su definición nominal: diácono=servidor. El diácono sirve a Dios y a los hombres.
  3. El diaconado es un grado de la jerarquía eclesiástica, inferior al presbiterado y al episcopado.
  4. La restitución del diaconado permanente, constituye en la actualidad un verdadero desafío para toda la iglesia.
  5. En Chile la Institución del Diaconado Permanente cumple 50 años de vida, la cual se celebrara entre el 1 y 3 de Septiembre de 2017, con un encuentro nacional de todos los diáconos y sus esposas.

 



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