Patricio Burich está en la última etapa de formación en el seminario, cursando teología, el último año de estudio. El próximo año lo ordenan diácono y posteriormente sacerdote de Santiago.
El descubrimiento de su vocación se entrelaza con su participación en nuestra parroquia. Siendo estudiante de enseñanza media empezó a acercarse a la parroquia, a participar de los encuentros de jóvenes de los días viernes, las misiones y otras actividades. Era un joven bueno para las fiestas y se definía como un creyente a su manera.
Al entrar a la universidad siguió participando en la parroquia y fue mientras estudiaba filosofía cuando sintió que su camino vocacional era otro, sintió que Dios lo llamaba. Fueron varias “diosidencias” que le ayudaron a darse cuenta de ese llamado, pero el encuentro de jóvenes fue lo que terminó por llevarlo a un conversión total.
"Es parecido a cuando uno se enamora, experimenté a Dios dentro de mí como un fuego que me estaba quemando, me dio una alegría muy grande porque Él me descubrió a mí. No sabía qué era ser cura pero sí sentía un deseo muy grande de entregarme a Él para siempre”, recuerda Patricio. Sintiendo ese llamado, comenzó a ir más a misa, a conocer más a Dios, a aprender que Cristo estaba en la eucaristía, “me fue maravillando, fue animándome a buscarlo más, empecé a acompañarme con el padre Samuel Arancibia (en ese entonces vicario parroquial), lo acompañaba a visitar a enfermos, lo acompañaba a matrimonios o funerales”.
Hace siete años Patricio ingresó al Seminario Pontificio con la alegría de ver que Dios lo llamaba por su nombre mostrándole un camino de felicidad y servicio. Con su experiencia hoy motiva a los jóvenes de la parroquia a escuchar a Dios, a descubrir aquel proyecto que el Señor les propone a cada uno. “A los jóvenes de la parroquia les diría que miren al Señor y se dejen mirar por Él, que le entregen su corazón y su vida, que no dejen la oración y se acompañen con algún sacerdote. Pregúntenle al Señor qué quiere para su vida, Él tiene un proyecto y sabe donde vamos a ser más felices. En la oración, pregunten qué es lo que Jesús quiere para cada uno. Si un joven siente la inquietud por entregarse a Cristo le diría que es un camino precioso, que realmente Dios nos sorprende”.