Que hermoso es escuchar cómo se elevan las plegarias a nuestra Madre, a una sola voz. En el templo y en parques, plazas y condominios, los fieles comienzan a congregarse para rezar el Mes de María.
El miércoles 8 de noviembre se inició este bello tiempo de recordar aquellas expresiones de amor y fe que, inculcadas desde nuestra infancia, nos acercan a la Virgen María.
En comunidad vamos engalanando a la Santísima Virgen con flores, cantos, vítores, rezos y plegarias. Que sean fuertes y alegres para que otros hermanos nuestros también puedan acercarse a Ella y recibir su amor maternal.
Recuerda que estamos rezando diariamente el Mes de María en las Misas y el Mes de María Misionero se realiza en los siguientes lugares:
Plaza los Espinos, Las Hualtatas. De lunes a jueves a las 19:30 hrs.
Paul Harris esquina Petén. De lunes a viernes a las 19:00 hrs.
Junta de vecinos Janequeo, Marbería 385. De lunes a viernes a las 18:00 hrs.
Edificio Solar Real, Vitacura 10108. (Vitacura c/ Tabancura) De lunes a viernes a las 19:45
Arquitecto Enrique Aguirre, frente al 1605. De lunes a viernes a las 19:30 hrs.
Si quieres ser misionero puedes inscribirte AQUÍ para coordinar un sector y hacer que todos los días se rece el Mes de María.
Subsidios para el Mes de María.
Te recordamos que rezaremos las oraciones tradicionales del Mes de María en cada Eucaristía. Ambas, las puedes encontrar al final de la nota.
Además, compartimos el especial web en el que se irán publicando los textos de la meditación diaria y el libro del Mes de María, que puedes descargar al final de la nota, editado por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y la Comisio?n Nacional de Santuarios y Piedad Popular.
Oración de inicio del Mes de María
¡Oh María!, durante el bello mes a ti consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo, y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos.
Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies, y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes. Hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Estas son las que tú esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos, y la más bella corona que pueden depositar a sus pies, es la de sus virtudes.
Sí, los lirios que tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos, pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡Oh Virgen Santa!, en conservar nuestras almas puras y sin manchas, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas aun la sombra misma del mal.
La rosa, cuyo brillo agrada a tus ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos, pues, los unos a los otros, como hijos de una misma familia, cuya Madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal. En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y esperanzados.
¡Oh María!, haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más santa y la mejor de las madres, Amén.
Oración final del Mes de María
¡Oh María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y nuestra buena madre! Nosotros venimos a ofrecerte, con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones deseosos de serte agradable, y a solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio.
Dígnate a presentarnos a tu Divino Hijo, que en vista de sus méritos y a nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error. Que vuelvan hacia Él, y cambien tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará Su corazón y el tuyo. Que convierta a los enemigos de su Iglesia y que en fin, encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad, que nos colme de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida y de esperanzas para el porvenir. Amén.